Tenemos que hablar: Sexualidad, calidad de vida e intimidad en el contexto de una enfermedad oncológica

La OMS define a la salud sexual como: “Un estado de bienestar físico, mental y social en relación con la sexualidad, la cual no es la ausencia de enfermedad, disfunción o incapacidad. La salud sexual requiere un enfoque positivo y respetuoso de la sexualidad y de las relaciones sexuales, así como la posibilidad de tener experiencias sexuales placenteras y seguras, libres de toda coacción, discriminación y violencia. Para que la salud sexual se logre y se mantenga, los derechos sexuales de todas las personas deben ser respetados, protegidos y ejercidos a plenitud”.

Es así como se entiende que la sexualidad tiene un significado particular para cada individuo, ya que varía a partir de nuestras vivencias, edad, cultura, orientación sexual e identidad. En el caso de una enfermedad como el cáncer, la expresión de esta sexualidad, además, se puede modificar dependiendo del contexto de salud: tratamiento activo, proceso paliativo, episodios o dolor persistente, cambio significativo de imagen corporal, entre otros.

Si bien se  tiende a relacionar la sexualidad únicamente con el coito y los órganos genitales, Olmeda-García et al. (2010) describe que también existen “aspectos psico-afectivos de su expresión, que incluye caricias, palabras, proximidad física, comunicación, comprensión, intimidad”.

Sin embargo, pese a la clara relación entre calidad de vida y una vida sexual satisfactoria, para muchos pacientes es difícil preguntar sobre su salud sexual en el proceso oncológico, por considerarlo un tema “tabú”. ¿Cómo afecta el cáncer en la sexualidad?

Las disfunciones sexuales son las complicaciones más frecuentes en ambos sexos; de hecho, se presentan entre el 35 y el 85% de los pacientes. Hasta el 50% de las mujeres sufren disfunciones sexuales como consecuencia de los tratamientos contra el cáncer de mama y ginecológicos (quimioterapias, cirugías y/o radioterapia). En tanto, para los hombres, la disfunción eréctil es frecuente tras un cáncer de próstata, especialmente por tratamientos como la cirugía (prostatectomía radical) y la radioterapia.

Asimismo, muchas quimioterapias y medicamentos utilizados para tratar otras patologías oncológicas también están asociados a estas complicaciones, además de la baja del libido, la que está vinculada con el deseo sexual en general y la anorgasmia (incapacidad o dificultad de llegar al orgasmo).

A esto se agrega que la percepción de la autoimagen suele  verse afectada, debido a los cambios corporales que provoca el cáncer y sus tratamientos.

Algunos ejemplos son:

  • Quimioterapia: pérdida del pelo y cicatrices.
  • Mastectomía: extracción de la mama, parcial o total.
  • Orquiectomía: extirpación de un testículo.

Estos pueden generar pérdida de confianza, vergüenza, dolor, cambios en la funcionalidad (uso de ostomías, sondas, alimentación parenteral), disminución del ánimo, aumento de la ansiedad, estrés, entre otros, afectando la autoestima y disminuyendo el deseo y el sentirse deseado(a).

Respecto al impacto emocional, Olmeda-García et al. (2010) refiere que es frecuente que el paciente manifieste ansiedad, depresión, angustia, irritabilidad, baja autoestima, ideas de muerte, alteraciones de la imagen corporal, miedo al rechazo o al fracaso, junto con las repercusiones fisiológicas del cáncer. Si existe mucho malestar emocional es común que la sexualidad o la intimidad se vean afectadas. Sin descartar que, además, el proceso oncológico y sus complejidades implican altos niveles de estrés, lo que:

  • Aumenta el cortisol (hormona del estrés), que nos permite responder de forma inmediata a la crisis, pero genera consecuencias en las hormonas sexuales. 
  • Disminuye la generación de testosterona, pudiendo generar disfunción eréctil, impotencia y, sobre todo, disminución del deseo sexual. 
  • Afecta la producción de estrógeno y progesterona, con efectos secundarios como fatiga, cefalea, aumento de peso, alteraciones del humor y disminución del deseo sexual.

Otro aspecto que puede verse afectado es el rol, pues los pacientes no están laboralmente activos y, por lo general, sus parejas pasan a ser sus cuidadores. En algunos casos, esto repercute en que se deje de lado la importancia de los espacios de intimidad y se prioricen solo los momentos de cuidado.

Además, en caso de estar en una relación de pareja, es posible que se tome cierta distancia por temor y ansiedad de provocar daño al otro, así como también se reduzcan los espacios comunicacionales respecto a las propias necesidades afectivas.

¿Podemos preguntar?

Estudios del Instituto Nacional de Cancerología en México (Navarro, 2010) determinaron que un 89% de pacientes no abordaron la temática de la sexualidad con el médico, aun cuando el 65% de ellos manifestó que el cáncer modificó su vida sexual considerablemente.

En esta misma revisión, las principales preguntas que realizaron los pacientes fueron: ¿El efecto será permanente o temporal? ¿Qué puedo esperar que pase? ¿Está permitido tener relaciones sexuales durante el tratamiento? ¿A qué profesional debo dirigirme si tengo algún problema de orden sexual?

Por ello, en la relación con el equipo médico es importante considerar que el paciente muchas veces tiende a no plantear las inquietudes sobre su sexualidad por vergüenza, temor a ser criticado o rechazado, o por considerarlo una condición normal producto de la enfermedad y su tratamiento.

Plantear estas preguntas permite mejorar el manejo de la información, disminuir la incertidumbre, mejorar la calidad de vida e identificar la necesidad de apoyo, ya sea el manejo de síntomas, la necesidad de  apoyo  psicológico a nivel emocional, de pareja o familiar o una derivación a un especialista.

La sexualidad es un mundo, por lo cual cada malestar depende de cada paciente y su contexto de salud.

Algunas sugerencias/orientaciones:

  • Si existen malestares físicos o dudas respecto a los efectos del tratamiento o las cirugías en la esfera sexual, esto no debe ser tabú y se puede plantear al equipo clínico.
  • Puede existir disminución o poco interés por el coito, pero sí mayor necesidad de tener espacios de proximidad, contacto físico e intimidad. Por lo tanto, es importante comunicar las necesidades afectivas a la red de apoyo.
  • En caso de que el proceso del cáncer afecte tu autoconcepto o vivencias emocionales, es importante considerar el apoyo de psicooncólogos. Se pueden abordar temáticas individuales y con la red de apoyo.
  • Como profesionales y como pacientes no se debe evitar hablar de este tema, en caso de que esto afecte la calidad de vida.
  • Es normal que la esfera sexual se vea impactada en el proceso de la enfermedad. Por eso, puedes resolver tus dudas y recibir apoyo cuando tú lo estimes conveniente. Consulta con tu médico y tu enfermera educadora.

Bibliografía

  • Coady, D., & Kennedy, V. (2016). Sexual Health in Women Affected by Cancer. Obstetrics And Gynecology (New York. 1953. Online)/Obstetrics And Gynecology, 128(4), 775-791. https://doi.org/10.1097/aog.0000000000001621
  • Del Rocío Figueroa-Varela, M., Rivera-Heredia, M. E., & Del Refugio Navarro-Hernández, M. (2016). «No importa»: sexualidad femenina y cáncer de mama. Gaceta Mexicana de Oncología, 15(5), 278-284. https://doi.org/10.1016/j.gamo.2016.09.003
  • Navarro, C. E. P. (2010). Disfunción sexual en pacientes con cáncer. Revista Médicas UIS, 23(2), 5.
  • Neave, N. (2008). Hormones and behaviour: a psychological approach. Cambridge: Cambridge Univ. Press. ISBN 978-0521692014. Lay summary – Project Muse.https://biblat.unam.mx/hevila/MedicasUIS/2010/vol23/no2/6.pdf
  • Olmeda-García, B., Chavelas-Hernández, D., Arzate-Mireles, C. E., & Alvarado-Aguilar, S. (2010). Desgenitalización, sexualidad y cáncer. Gaceta Mexicana de Oncología, 09(05), 208-214. https://www.elsevier.es/es-revista-gaceta-mexicana-oncologia-305-articulo-desgenitalizacion-sexualidad-cancer-X1665920110871416
  • Salud sexual y reproductiva. (2024, 28 mayo). OPS/OMS | Organización Panamericana de la Salud. https://www.paho.org/es/temas/salud-sexual-reproductiva

Artículo desarrollado por Constanza Reyes, enfermera Unidad de Quimioterapia, y Nataly Maturana, psicooncóloga Unidad de Salud Mental.

Noticia siguiente
"
Gire su dispositivo móvil Estimado usuario, nuestro sitio ha sido oprimizado para una visualización vertical. Gire su dispositivo y siga navegando.