No más lenguaje bélico en oncología

El equipo de la Unidad de Quimioterapia Ambulatoria y las psico-oncólogas Nataly Maturana y Catalina Esparza, de la Unidad de Salud Mental de Fundación Arturo López Pérez, se reunieron para conversar acerca de un tema que comúnmente impacta mucho al paciente y a su familia en el proceso del cáncer: el lenguaje bélico para referirse a la enfermedad.

Una de las metáforas más utilizadas en el proceso oncológico es la que aborda el tratamiento del cáncer como una “guerra” o una “lucha”, con frases como: “Esta es una pelea”, “eres una guerrera”, “que esto no te la gane”, entre otras. Esta forma de resignificar esta etapa puede tener diversos resultados: el triunfo o la pérdida, la efectividad de un tratamiento o la progresión de la enfermedad, vivir o morir. 

No es curioso que el lenguaje bélico haya comenzado a utilizarse en la década de los 70’,  -en medio de la Guerra de Vietnam- cuando el presidente de los Estados Unidos, Richard Nixon, firmó el Acta Nacional del Cáncer. A partir de ese hito, se comenzó a hablar de la “Guerra contra el Cáncer”, con el fin de impulsar económica y políticamente la investigación para hacer frente a esta enfermedad, pero convirtiendo a los pacientes en “guerreros” de una “batalla” que no eligieron y, en la que asumen una gran responsabilidad en cómo pueda concluir. De esta forma, la persona con cáncer se presenta así misma como alguien activo, capaz de vencer al enemigo a toda costa, sin considerar que esto no depende de ella.

Si bien las metáforas pueden darle un sentido o un propósito a este proceso, estas no son determinantes en el resultado. Esto, puede repercutir en cómo se afronta la situación, por ejemplo, dificultando cuando mostrarse vulnerable con la familia y el entorno social, generando sentimientos de culpa si un examen o un tratamiento no tiene un buen resultado o sintiendo que fueron derrotados por las células cancerígenas si la enfermedad progresa.

“Luchar” es una palabra de acción fuerte, por un lado implica pasión, pero por otro lado requiere un gran gasto de energía. Por lo mismo, el lenguaje bélico no permite la pausa, aumenta la obstinación terapéutica (continuar con tratamientos a pesar de que puedan afectar la calidad de vida) y no da espacio a las emociones esperables ante el duelo que genera la pérdida de la salud.

Recomendaciones para reestructurar el lenguaje

Rearticular el lenguaje frente a la enfermedad es tarea de todos. Acá es fundamental el aporte de la familia, de los equipos médicos y del mismo paciente. Si bien – este tipo de lenguaje – puede permitir sentirse más activo ante el cáncer o dar cierta esperanza al respecto, es primordial que no se transforme en un obstáculo para expresar emociones y ni se vuelva una herramienta de hostilidad con sí mismo frente al proceso que está vivenciando el cuerpo y mente.

Algunas recomendaciones de la Unidad de Salud Mental FALP ante el lenguaje bélico son:

Validar el duelo que implica la enfermedad para el paciente y su familia. Esto significa normalizar emociones como la pena, la negación, el miedo y la rabia. Es importante permitir la vulnerabilidad. Es un mito que el cáncer avanza con las emociones negativas.

Generar espacios de comunicación a nivel familiar y con los equipos clínicos respecto a los deseos de tratamiento. A veces los pacientes se sienten presionados a continuar terapias para mantenerse en una “lucha” activa y “no bajar los brazos”.

Identificar aquellos elementos que el paciente puede controlar de su proceso de enfermedad y cuáles no. Por ejemplo: se puede mejorar el estilo de vida optando por uno más saludable, asistir a controles médicos, resolver dudas de tratamiento, pero no es posible controlar la progresión de la enfermedad o los resultados de los exámenes previos a una quimioterapia.

Activar apoyo y pedir ayuda no influenciará de manera negativa en el proceso del cáncer. Optar por acompañamiento psicológico permitirá narrativas más humanizadas consigo mismo.

Finalmente, es importante recordar que cada vivencia de la enfermedad y la manera de afrontarla es subjetiva, particular y única. Por ende, si bien a nivel general no se recomienda el uso del lenguaje bélico -por el riesgo de anular la expresión emocional o sobrecargar al paciente con un mandato de no bajar la guardia-a algunas personas puede ayudarles y hacerles sentido, por lo que la recomendación es analizar la situación caso a caso.



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