“Todo está caminando bien”, dice Enrique Ogaz, y la frase coincide perfectamente con una actividad que ama y que ha retomado después de su cirugía en agosto pasado: las caminatas de al menos una hora y media de duración.
Dice que le sienta bien sentirse activo nuevamente, porque estaba acostumbrado al deporte. Antes de la pandemia, era asiduo a jugar fútbol. Tiene 70 años, está jubilado y en los primeros meses de 2023 fue diagnosticado con cáncer de próstata. Fue un impacto fuerte, pero no era un tema que él desconociera del todo. Hacía 30 años que venía tratándose por una hiperplasia benigna (crecimiento de la próstata), detectada gracias al test de antígeno prostático que realizaron a todos los hombres mayores de 40 en su trabajo. Salió algo elevado, por lo que vino posteriormente el tacto rectal y, después, su primera biopsia. No había cáncer.
Cuatro biopsias más tarde -la última hecha en el Instituto Oncológico FALP- y tres décadas después, se le detectó un tumor. Recurrió entonces al Convenio Oncológico Fondo Solidario de FALP, del que era beneficiario. El Dr. Sebastián Iñiguez tomó una biopsia y en agosto de 2023 fue intervenido por el Dr. Jorge Díaz con una cirugía robótica. “Yo me trataba con mi médico de toda la vida y podría haberme operado en cualquier otro lugar, pero FALP me dio más confianza”, comenta.
No fue un período fácil. “Es complicado que a uno le hablen de cáncer -dice-. Una semana antes de mi operación, además, mi hermano menor murió por un cáncer de riñón. Fue duro. Pero, después de todo, tomé con calma lo que vino. Me dije ‘habrá que hacer lo que haya que hacer’. Mi familia estaba más asustada, sobre todo mi hija”.
El día de la cirugía, comenta, llegó tranquilo. “Iba entregado. La atención fue excelente, me sacaban a caminar y yo no presenté problemas. A los dos días me dieron el alta”.