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Las mujeres pueden prevenir el cáncer de cuello uterino
A pesar de ser una enfermedad que puede ser detectada incluso en etapa precancerosa, representa la segunda causa de muerte por cáncer en mujeres en edad reproductiva en Chile.
Dr. Sebastián Ramírez, jefe del equipo de Cirugía Oncológica Ginecológica de FALP.
El cáncer de cuello uterino es consecuencia de lesiones precancerosas que progresan lentamente y, por lo tanto, existe la posibilidad de interrumpir su progresión y avance de forma precoz. Así y todo, es la segunda neoplasia más frecuente y también la segunda más mortal entre las mujeres en edad fértil en nuestro país, según la Agencia Internacional para la Investigación del Cáncer, de la OMS.
“Hace varios años que en Chile se mantienen las estadísticas del cáncer cervicouterino, porque la gente no consulta a tiempo. Debemos ser aún más enfáticos en hacer la educación y prevención”, afirma el Dr. Sebastián Ramírez, jefe del equipo de Cirugía Oncológica Ginecológica de FALP.
La prevención y diagnóstico temprano del cáncer de cuello uterino se logra a través del PAP, examen que puede detectar alteraciones celulares causadas por la infección del Virus Papiloma Humano (VPH), el responsable de la enfermedad.
Este último se transmite por contacto sexual y, al ser muy común, la mayoría de las personas lo adquieren en algún momento de sus vidas. Por eso, enfatiza el Dr. Ramírez, si bien el riesgo aumenta a medida que crece el número de parejas sexuales de una persona, “basta con una sola pareja sexual a lo largo de la vida para contraerlo”. La respuesta inmunológica del organismo permite que normalmente se logre eliminar el virus antes de que origine lesiones precancerosas y, eventualmente, cáncer.
“El PAP se realiza a partir de los 21 años en pacientes activas sexualmente o a los 3 años de iniciada la actividad sexual. No se recomienda hacerlo antes, ya que en los primeros años de exposición al virus pueden aparecer lesiones iniciales en el cuello del útero que el sistema inmunológico logrará corregir en la gran mayoría de los casos”, explica el Dr. Ramírez.
La recomendación de realizarse el PAP anualmente radica en que su sensibilidad es cercana al 60% –llegando a un 75% en los estudios con mejores resultados–, por ende, una lesión podría no ser pesquisada en el primer PAP, pero sí con mayor probabilidad en el año siguiente, lo importante es que aún se esté a tiempo de poner atajo a un problema mayor. En Chile, la cobertura del PAP se aleja del 80% recomendado: en 2011, según el Ministerio de Salud, sólo el 59% de las mujeres entre 25 y 65 se hizo el examen.
VACUNA
De acuerdo a un artículo publicado recientemente por la revista especializada “The Lancet Oncology”, la combinación de un incremento en el uso de la vacuna contra el VPH y altas tasas de detección cervical en todos los países, a partir de 2020, podrían prevenir hasta 13,4 millones de casos de cáncer cervicouterino en los próximos 50 años. Por el contrario, si no se toman medidas para mejorar la prevención y detección precoz, durante ese mismo tiempo, 44 millones de mujeres podrían ser diagnosticadas, dos tercios de ellas en países con niveles de desarrollo bajos y medios.
“Todas las sociedades de ginecología y obstetricia en el mundo y en nuestro país promueven la vacuna contra el VPH porque es una herramienta que nos permite prevenir la infección, especialmente cuando se aplica en niñas, porque se logra la mejor respuesta inmunológica”, asegura el Dr. Ramírez. Sobre los mitos que rondan a su uso, como que produce infertilidad, afirma que “ha demostrado ser una vacuna segura. Tiene más de 12 años de seguimiento en los lugares donde se inició y no se ha podido demostrar su correlación con algún problema serio”.
En Chile, la vacunación contra el VPH se realiza en los colegios a las niñas en cuarto y quinto básico. En los países desarrollados se ha ido incluyendo a los hombres en los programas de inmunización; en el nuestro, a partir de 2019, la vacuna se agregó al calendario de vacunación escolar para los niños de cuarto básico. “Los hombres somos portadores del Virus Papiloma, pero es casi anecdótico que nos pase algo, habitualmente son las mujeres las más afectadas”, comenta.
TEST
Como apoyo en el diagnóstico temprano, hace algunos años está disponible un test que permite detectar con una alta sensibilidad la presencia del VPH en el organismo e identificar su tipo entre los más de 150 que existen, a través de tecnologías de biología molecular. No todos los VPH representan el mismo riesgo.
“La ventaja del test que tenemos en FALP es que nos permite identificar no sólo los tipos 16 y 18, que son los responsables de lcasi el 70% de los casos de cáncer cervicouterino, sino identificar con claridad otros virus de alto riesgo oncológico. Así, podemos ser pioneros en detectar qué virus afectan más a nuestras pacientes y además establecer estudios futuros en la materia”, comenta el Dr. Ramírez.
La recomendación, dice, es realizar esta prueba en pacientes mayores de 30 años. “Su principal problema es el costo –casi 10 veces el valor del PAP–, por ahora sin cobertura de Fonasa o las aseguradoras. Por su alta sensibilidad, estimamos que al corto andar se posicionará como un elemento clave en la evalución de nuestras pacientes. Además, nos permitirá complementar el estudio inicial de un PAP alterado o el seguimiento en pacientes que ya se sometieron a un cono por una lesión preinvasora”, analiza.
Independientemente de las ventajas del test de VPH, el Dr. Ramírez resalta que los esfuerzos deben enfocarse a que las mujeres se hagan el PAP.
“Mientras no exista una cultura de prevención del cáncer, vamos a seguir llegando tarde y viendo pacientes con una enfermedad que era absolutamente detectable antes. Las pacientes comentan que no se realizan el PAP porque no han notado nada raro, pero hay que aclarar que un cáncer de cuello uterino no da síntomas hasta que se tiene un tumor que, habitualmente, ya no es operable. Por lo tanto, no hay que esperar síntomas o signos para consultar, sino que realizar el control ginecológico y el PAP anualmente”, finaliza.