La importancia del apoyo integral para mejorar la calidad de vida

El trabajo conjunto de un equipo interdisciplinario es fundamental en el manejo de estos tumores, que afectan funciones como la capacidad de comunicarse y comer. Evaluaciones nutricionales, psicológicas y fonoaudiológicas son piezas fundamentales en esta tarea.

Los tumores de cabeza y cuello son un conjunto de tumores que afectan todas las áreas de esta zona, exceptuando los del sistema nervioso central. “Los más graves son aquellos que se originan en el epitelio escamoso que va desde la cavidad oral hasta el esófago, lo que llamamos tumores de la vía aerodigestiva superior. Éstos son los que más impactan en cabeza y cuello, si bien hay otros tumores como los de tiroides o glándulas salivales. Y como están en distintas localizaciones de ese tracto, tienen características de tratamiento y diagnóstico distintas”, explica el Dr. Luis Marín, cirujano de cabeza y cuello, y Subdirector Médico del Instituto Oncológico FALP.

Este grupo de patologías, comenta el Dr. Marín, no parecen ser muy frecuentes en Chile; sin embargo, su impacto debe medirse por la gravedad que revisten. “Son un problema de gran magnitud, dado que son enfermedades que hacen sufrir mucho. Están ubicadas en un sector donde interfieren rápidamente con funciones muy importantes para la calidad de vida de los pacientes, como su capacidad de comunicarse, respirar, comer, y afectan su fisonomía. Los tratamientos repercuten fuertemente en lo anterior y representan una etapa muy dura; por eso, estas personas requieren un gran apoyo en esta fase y para que se rehabiliten posteriormente”.
Por lo anterior, es fundamental que los pacientes sean manejados integralmente por un equipo interdisciplinario con experticia en el manejo de esta enfermedad.
“El objetivo es tener una evaluación integral del paciente lo antes posible. Es importante que lo conozcamos, pero también que él nos conozca a nosotros, que sepa a quién tiene que acudir si tiene dudas, orientarlo y mostrarle que vamos a acompañarlo durante todo el tratamiento, y después también. Se vuelve una instancia muy acogedora para ellos”, precisa la psicóloga de FALP Loreto Fernández.
Además de la contención emocional por el impacto del diagnóstico, su análisis también incluye evaluación psicosocial, derivar a la asistente social, y apoyar a la familia: “Identificamos al cuidador. Un paciente que no tiene un cuidador definido desde el inicio está en altísimo riesgo de desnutrirse, deprimirse o interrumpir tratamiento. También revisamos si hay antecedentes siquiátricos porque eso va a determinar el tipo de apoyo que va a necesitar”.

MÁS TRANQUILOS

Entre las piezas que conforman el manejo integral de pacientes de cáncer de cabeza y cuello, el control nutricional es clave. En FALP, esa tarea está en manos de la Dra. Loreto Moreira.
“Se deben evaluar sus antecedentes mórbidos, chequear posibles interacciones entre los fármacos que consume y la radioterapia, corregir y suplementar su alimentación para que logre el mejor estado nutricional posible para enfrentar los tratamientos y eventuales cirugías, y complementar con algunos suplementos nutricionales y vitamínicos”, ejemplifica la nutrióloga. “Lo controlamos con exámenes y medidas antropométricas a lo largo del proceso. En cada cita se evalúa su estado nutricional, controlamos su ingesta mediante encuestas y se toman medidas para evitar la pérdida de peso y masa muscular”, agrega.
El fonoaudiólogo César Casanova realiza otra labor fundamental. “Prácticamente todos los tipos de tumores y tratamientos de cabeza y cuello presentan alteraciones del habla, voz y/o deglución. Los tumores de lengua, amígdalas o faringe están más relacionados con la deglución; laringe o tiroides con problemas de voz”, dice.
En cuanto a la deglución, los ejercicios van dirigidos a mantener al paciente la mayor cantidad de tiempo posible alimentándose por la boca: “Lo que se hacía era una gastrostomía para alimentarse por sonda, se perdía toda actividad superior y al final el sistema quedaba atrofiado. Ahora se puede llegar a un régimen mixto, modificando la consistencia de los alimentos, las texturas, adaptando al paciente a sus condiciones”. Junto con lo anterior, que involucra estar en comunicación con la nutrióloga, se incorporan a la rutina del paciente ejercicios preventivos de lengua, mandíbula y cuello. Todo para evitar una baja de peso que retrase el inicio de la radioterapia, y también manejar mejor las lesiones que este tratamiento genera en la boca.
El especialista se refiere a las ventajas de que todas las disciplinas se involucren desde el momento en que un caso se presenta a comité para delinear su tratamiento. “Manejas mucha más información y trabajas de manera dirigida. Porque cada paciente es independiente: puede tener la misma patología, en la misma fase y recibir la misma dosis de radioterapia que otro, pero va a funcionar distinto porque cada uno tiene condiciones particulares”, asegura.
Para la psicóloga Loreto Fernández, “conocer al paciente al inicio, seguir acompañándolo y ya en la parte del alta continuar controlándolo, también es parte de la rehabilitación oncológica, entendiendo que es lo que lo mantiene en el mejor estado posible durante el tratamiento”. En ese sentido, la nutrióloga Loreto Moreira apunta que “la facilidad de poder contactarse con alguien del equipo médico ya lo hace estar más tranquilo y dispuesto, por lo que menos pacientes abandonan los tratamientos”.
El fonoaudiólogo César Casanova concluye: “Hoy el manejo oncológico es muy bueno, cada vez tenemos menos mortalidad. Pero eso hace que haya más pacientes con secuelas, lo que requiere más profesionales trabajando en función de ellos. Entonces la mirada ya no es sólo salvar la vida, sino que además entregar una buena calidad de vida”.

La experiencia es clave

El Dr. Luis Marín recalca la importancia de que los cánceres de cabeza y cuello sean tratados en centros especializados: “Dado que este es un grupo de enfermedades que se produce infrecuentemente, pero que es de mucha gravedad y requiere un aprendizaje muy importante -ya sea del tratamiento quirúrgico, radioterapia o integrado-, estos pacientes se tienen que concentrar en lugares donde existan todos estos recursos y que estén implementados para recibirlos. Tratarlos en centros de atención primaria, secundaria o terciaria, que no ven con una frecuencia importante estos casos, lleva a un fracaso de las terapias, a un gasto enorme de recursos y a hacer sufrir sin sentido a los pacientes”

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