Extirpar la vesícula a tiempo: la clave para evitar un cáncer

La extracción preventiva de este órgano cuando presenta cálculos es fundamental para poner atajo a una enfermedad agresiva y cuyos síntomas son inespecíficos o tardíos.

El cáncer de vesícula biliar presenta en Chile una de las tasas de incidencia y mortalidad más altas del mundo, siendo aquí el tercer cáncer más frecuente entre las mujeres y el quinto que más fallecimientos provoca en el mismo grupo, según datos de la Agencia Internacional para la Investigación del Cáncer de la OMS.

El Dr. Jean Michel Butte, cirujano digestivo del Instituto Oncológico FALP, explica que casi todos los casos de cáncer vesicular están asociados a la presencia de cálculos biliares.

“El número de casos debería disminuir en forma importante con la extirpación de la vesícula a las personas que tienen cálculos, porque así se evitaría el desarrollo de enfermedades benignas asociadas a ellos y también de la inflamación crónica en la vesícula que lleva al cáncer”, agrega.

En Chile, la canasta de Garantías Explícitas en Salud (GES) incluye la colecistectomía (extracción de la vesícula) preventiva en adultos de 35 a 49 años que tengan cálculos.

“Ésta se realiza si es que hay síntomas y dentro de ese rango de edad. Es decir, una
persona de 51 años no entra en ese grupo, pero lo puede gestionar por su cuenta. La recomendación es que cada persona que tiene cálculos se haga una extirpación electiva”, comenta el especialista.

La vesícula biliar es un pequeño órgano que está en  contacto con el hígado. Funciona como depósito de la bilis que secreta el hígado -la que ayuda a la digestión de las grasas de los alimentos- y que luego es eliminada hacia el intestino delgado.

Entre el 95% y 97% de los tumores en la vesícula se asocia a la presencia de
cálculos, cuyo contacto con sus paredes produce una inflamación crónica.
Debido a esta reacción, algunas células se vuelven cancerosas y comienzan a
multiplicarse.

El cáncer se origina en la capa más interna de la pared de la vesícula y avanza a través del resto de su tejido mientras crece, pudiendo diseminarse también a ganglios y órganos como hígado o pulmones.

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