Enfermería de Práctica Avanzada, un elemento clave para mejorar el acceso a la oncología

Fundación Arturo López Pérez (FALP) implementó un programa piloto que incorpora este tipo de profesionales a su equipo de Oncología Médica. Se estima que ellos podrían aumentar en un 30% la capacidad para atender pacientes, gracias a lo cual disminuirían los tiempos de espera para consultas con especialistas.

Ante la escasez de médicos en algunas zonas de Estados Unidos durante la década de los 60, un doctor comenzó a capacitar a un grupo de enfermeras en ciertas actividades específicas en las que no daba abasto por la gran cantidad de pacientes que atendía. Así surgió la Enfermería de Práctica Avanzada (EPA) —nombre que recibiría años después cuando se formalizó a nivel educacional— como una alternativa para aumentar el acceso a la atención de salud. Con el paso de los años esta iniciativa se fue masificando, siendo una práctica común en todo Estados Unidos, Canadá y algunos países de Europa.

Si bien en Latinoamérica aún no es muy habitual, Chile ha sido pionero en la región ofreciendo programas de magíster de EPA, con foco en áreas como geriatría, cuidados paliativos y oncología, entre otros. Estos programas entregan formación especializada en un área clínica, permitiendo que las y los enfermeros adquieran conocimientos de fisiopatología y farmacología para mejorar su juicio y hacer diagnósticos diferenciales, solicitar y leer exámenes, decidir el mejor manejo para el paciente o derivarlo a un especialista cuando corresponda.

Con la situación actual del sistema de salud chileno, desde Fundación Arturo López Pérez (FALP) ven a este tipo de enfermeras como un elemento clave para suplir la falta de especialistas en algunas zonas del país. Específicamente en el área de oncología, con regiones en las que solo hay un oncólogo para atender a miles de habitantes que pertenecen al sistema público, cobra aún más relevancia contar con estas profesionales que pueden aumentar la cobertura de pacientes con cáncer al descomprimir la agenda de los médicos especialistas.

“Se hicieron los esfuerzos de aumentar al doble la cantidad de oncólogos que formamos en Chile y, aun así, es imposible atender a todos los pacientes. En búsqueda de otra solución —explica el Dr. Mauricio Mahave, subdirector médico de Oncología Médica del Instituto Oncológico FALP— se consideró el modelo de Enfermería de Práctica Avanzada, cuyos profesionales trabajan junto al médico, en este caso al oncólogo, para optimizar el tiempo de consulta y poder ver a más pacientes”.

EXPERIENCIA PILOTO EN FALP

El 2024 FALP implementó un programa piloto que incorpora EPA al equipo de Oncología Médica, un proyecto que partió dos años antes cuando las enfermeras Camila Carrasco y Anais Contreras, de la Unidad de Quimioterapia Ambulatoria, ingresaron al magíster de EPA mención Oncología de la Pontificia Universidad Católica. Esta capacitación, incentivada

por la Dirección Médica de la Fundación, permitió conformar el equipo de Enfermería de Práctica Avanzada Oncológica, al que luego se sumaron David Ojeda y Catalina del Solar. Este programa planea formar cada año a dos nuevas enfermeras en esta área, por lo que se proyecta que para fines del 2028 el equipo cuente con una dotación completa.

Desde FALP estiman que con esta iniciativa podrían aumentar en un 30% la capacidad para atender pacientes y disminuir considerablemente los tiempos de espera para consultas con especialistas. “La idea de este modelo es que podamos ser más eficientes, no tener una lista de espera tan alta y que todos los pacientes que requieren ver a un oncólogo puedan hacerlo en la misma semana”, destaca el Dr. Mahave. Además, enfatiza en el impacto que puede tener en el sistema público: “Es una súper buena solución para el país, que permite atender a una mayor cantidad de pacientes rápidamente. Es un modelo replicable para hospitales públicos, donde hay un déficit tremendo de oncólogos. Es, sin duda, una de las soluciones para poder disminuir la brecha del cáncer en Chile”.

ATENCIÓN CERCANA Y PERSONALIZADA

Diversos estudios han comprobado que los pacientes se sienten altamente satisfechos por la atención recibida por profesionales de EPA. Confianza, cuidado, cercanía, calidad y calidez son algunos de los conceptos que engloban la relación que existe entre enfermeras y pacientes durante su proceso oncológico, lo que tiene un gran impacto en la adhesión y resultado del tratamiento.

En ese sentido, la enfermera Camila Carrasco explica que las EPA cumplen una extensión del rol médico: “Atendemos, acompañamos y orientamos al paciente oncológico durante su tratamiento activo en quimioterapia, inmunoterapia y terapia oral, coordinando y ejecutando acciones con el oncólogo médico, el que visa todas nuestras actividades”.

“En la primera consulta hacemos el ingreso del paciente —la anamnesis clínica— en la que se registran todos sus datos. Además, registramos el seguimiento de los pacientes que están dentro de quimioterapia: se evalúa, se hace el examen físico, se le pregunta sobre eventos adversos asociados a la quimioterapia, se revisan exámenes y, según eso, se aprueba o no la quimioterapia con el consentimiento del médico al final de la consulta”, complementa la enfermera Catalina del Solar.

Cada EPA del equipo de FALP trabaja de la mano con dos oncólogos y acompaña a más de 300 pacientes, con los que tienen contacto activo para hacerles seguimiento desde sus casas y resolver dudas que puedan aparecer luego de la consulta presencial. “Si el paciente está presentando algún tipo de complicación, nosotros lo podemos ayudar con la terapia de apoyo. Esto permite reducir las consultas de urgencias o espontáneas, ya que podemos resolverlo sin que acuda a su oncólogo. En el fondo, se optimiza el tiempo de consulta”, cuenta el enfermero David Ojeda.

“Antes de comenzar la atención individual, hubo un tiempo en el que estábamos presentes en las consultas de los oncólogos asignados para que los pacientes nos conocieran y lograr ser una cara familiar para ellos. De esta forma, el paciente nos comenzó a asociar con su médico tratante, generando un lazo de confianza y cercanía, ya que también los llamamos, respondemos sus dudas y educamos durante todo el tratamiento”, concluye la enfermera Anais Contreras.

Enfermería de Práctica Avanzada en Investigación

Los profesionales de EPA pueden desarrollarse en diversas áreas de la salud. Es el caso de Carolina González, enfermera de la Unidad de Investigación de Drogas Oncológicas de FALP, quien ha instaurado el rol de enfermería en una área que ha sido históricamente médica: “Durante el año pasado hice un levantamiento para conocer a los pacientes de Estudios Clínicos: de dónde vienen, cómo fue su primer contacto con la unidad, cuál era su estado de salud y cuáles eran sus necesidades y miedos. Esta información se recabó a más de 300 pacientes que tenían  indicación de investigación por parte del Comité Médico. Con estos datos, el desafío es ¿cómo los acompañamos? El acompañamiento, la educación, el cuidado, el seguimiento, la devolución a su sistema de salud, son grandes barreras que tenemos dentro de la investigación. El 2° semestre del 2025 esperamos tener los resultados de este análisis para aplicarlo con nuestros pacientes”. Carolina González ha sido seleccionada para participar como alumna de Enfermería de Práctica Avanzada en el King College London de Inglaterra, donde perfeccionará su formación en esta prestigiosa Universidad a finales del 2025. “Con estos conocimientos espero profundizar modelos emergentes que permitan mejorar nuestra calidad, eficacia y valor en la atención de investigación en FALP”, afirma González.

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