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En FALP me dieron el tratamiento que necesitaba
Susan Riquelme creía tener un trastorno ginecológico, pero en FALP supo que en realidad había desarrollado un cáncer llamado sarcoma retroperitoneal, que comprometía a distintos órganos y requería de una compleja cirugía.
A Susan Riquelme le gusta mirar siempre para adelante. Dice que no saca nada con desanimarse por las cosas complicadas que puedan ocurrir, y por eso debe ser que se ríe tanto cuando recuerda cómo se frustraron todos los planes que tenía con su bicicleta: “Yo siempre la usaba, pero en un momento quise tomármela más en serio y me decidí a equiparla, le puse reflectantes… ¡Me compré hasta casco! Pero alcancé a salir así solo una vez”.
Lo que sucedió fue que, a mediados del año pasado, Susan supo que tenía cáncer. Seis meses antes le habían extirpado el útero debido a otro diagnóstico, pero ella continuaba con dolores. Además, notaba que a pesar de los paseos en bicicleta y del ejercicio que realizaba en la costanera de Laraquete, localidad de la Región del Biobío donde vive, no bajaba de peso. Al contrario, su abdomen estaba cada vez más abultado. “Parecía embarazada”, dice.
Le comentó de sus molestias al ginecólogo: “Ahí recién me pidieron una eco abdominal y me recomendaron que buscara a un cirujano oncólogo porque al parecer lo mío no era un problema ginecológico”.
Susan llamó a FALP para pedir una hora, viajó a Santiago junto a su familia y pudo finalmente obtener un diagnóstico preciso: tenía un sarcoma retroperitoneal, un cáncer infrecuente y poco conocido que compromete a órganos de la parte posterior del abdomen.
Primero se sometió a radioterapia. Luego, a una compleja operación para extirpar el tumor, que incluyó la resección de órganos como riñón, páncreas, colon y bazo, además de reconstrucción vascular.
“Siempre pienso que, si tomo una decisión tengo que seguir adelante con ella. Cuando ya estaba embarcada en la radioterapia, me quedé cesante. Yo había empezado a averiguar si esta enfermedad estaba en el AUGE o algo, pero nada. Eso me tiraba para abajo, pero todos los días son distintos, así es que al día siguiente me levantaba y veía qué nuevas posibilidades había”, afirma.
Susan contó con la importante ayuda de su familia y amigos para enfrentar gastos como sus estadías en Santiago. Y en FALP, se encontró con la opción de acceder a un aporte del área de Donaciones y Beneficencia para costear su tratamiento.
“Estoy muy agradecida de FALP porque me ayudaron en un momento difícil. No sólo me dieron un diagnóstico y tratamiento que necesitaba; además, cuando estuve hospitalizada después de la operación, a pesar de que no podía tener visitas por la pandemia, nunca me sentí sola. Recibí un trato atento, preocupado. Me daban ánimo y decían ‘va a salir andando en bicicleta de aquí’, jaja. Y cuando me preguntaban cómo me sentía, les respondía ‘yo siempre bien’. Porque así soy yo, esa es mi actitud en la vida”.