“La mía es una larga historia”, dice Víctor Gajardo, de 71 años, cuando se remonta a la fecha en que descubrieron su melanoma, el tipo más agresivo de cáncer de piel. Esto fue en 2012 y hoy ya está recuperado, pero este camino que continúa hasta hoy incluye una vigilancia médica constante en el Instituto Oncológico FALP.
Hace 12 años comenzó con dolor de espalda. Era tan molesto que incluso cambió de colchón varias veces. Sin alivio, partió a la consulta de un médico general. Él lo derivó a un traumatólogo, luego fue a otro especialista, hasta que visitó a un dermatólogo. “Él consideró que tenía unas lesiones sospechosas en la espalda –comenta Víctor-. Me mandó a hacer una biopsia y se descubrió el melanoma”.
Víctor recordó que estaba afiliado al Convenio Oncológico Fondo Solidario de FALP desde hacía muchos años. Partió de inmediato y una nueva biopsia confirmó el diagnóstico. “Se activó mi convenio y me operaron rápidamente. Quedé súper bien, pero fue una operación bastante invasiva porque tenía un melanoma muy crecido. Tengo muchos lunares en la espalda y uno se transformó en algo que sobresalía, era del tamaño de una lenteja”.
El diagnóstico lo asustó en un principio. Su esposa había estado en tratamiento por un cáncer de mama y muchos conocidos habían pasado por esa experiencia. Sin embargo, abandonó muy pronto su temor y optó por ser práctico: “Uno no saca nada con desesperarse. Lo que pensé fue ‘qué puedo hacer para recuperarme’, y decidí que tenía que asegurarme de estar en buenas manos nomás, ojalá llegar a tiempo y que el médico fuera experimentado y resolviera el problema. Llegué muy confiado a FALP y me dije ‘estoy con los mejores’, así que todo lo que vino fue muy tranquilo”.
En su caso, bastó con la cirugía y no fue necesario otro tratamiento. Pero de todas maneras, el compromiso con su médico tratante fue acudir a un control cada año, y así lo hizo. En 2023 fue derivado con el Dr. Jonathan Stevens, quien encontró dos nuevos lunares sospechosos. Eran melanomas. “Fueron extirpados y luego me realizaron la cirugía de ampliación, sin complicaciones. Todo fue pesquisado a tiempo. Fui dado de alta y con control cada 6 meses”.
Su vida no cambió ni en 2012 ni ahora, puntualiza, pero admite que ello se debe al buen resultado que ha tenido en FALP.
“Aunque hago mi vida igual que siempre, tengo cuidados especiales. Uso mucho protector solar, manga larga y pantalones, y aunque tengo casa en la playa, cuando voy no me expongo en la orilla del mar”, cuenta.
Víctor se realizará ahora un estudio genético en la Unidad de Asesoramiento Genético (AGO) de FALP para determinar si su enfermedad tiene un origen hereditario. “Pero lo importante en todo esto es la prevención y seguir las indicaciones para el autocuidado”, finaliza.