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Delirium: el reto olvidado en la atención de pacientes con cáncer
Reconocer y manejar adecuadamente este cuadro puede generar importantes mejoras en la calidad de vida, aumentar la efectividad de los tratamientos, reducir el riesgo de complicaciones y aliviar la carga emocional y económica para los pacientes y su entorno.
El delirium es un estado mental de confusión aguda en el que una persona puede experimentar alteraciones en la conciencia, la atención y el pensamiento. En términos sencillos, cuando alguien pierde o disminuye involuntariamente su capacidad para mantener la atención, orientarse, comprender su entorno e incluso comunicarse de manera coherente.

Este síndrome neuropsiquiátrico, uno de los más frecuentes en pacientes hospitalizados, especialmente adultos mayores y con cáncer, “se presenta de manera aguda y con un curso fluctuante. Es decir, en un corto período, de forma rápida y repentina. Los síntomas van y vienen, y la persona puede pasar de un estado de confusión a uno de mayor alerta, y viceversa, varias veces a lo largo del día”, explica la Dra. Rocío Quilodrán, jefa de la Unidad de Oncogeriatría del Instituto Oncológico FALP.
Aunque no se trata de un concepto nuevo en la medicina, el delirium sigue siendo un trastorno poco visibilizado y, a menudo, mal comprendido, tanto por los profesionales de la salud como por los pacientes y sus familias. Reconocer y manejar adecuadamente este cuadro puede generar importantes mejoras en la calidad de vida, aumentar la efectividad de los tratamientos, reducir el riesgo de complicaciones y aliviar la carga emocional y económica para los pacientes y su entorno.
Si bien el delirium no es un trastorno exclusivo de la atención oncológica, es precisamente esta población la que está más expuesta y vulnerable a sufrir su impacto. De hecho, se estima que entre el 25% y el 40% de los pacientes con cáncer experimentan episodios de delirium durante su hospitalización y tratamiento, dependiendo de factores como el tipo de cáncer, la fase de la enfermedad y la terapia recibida. Estas cifras aumentan considerablemente y pueden elevarse a más del 80% en personas en etapa terminal, especialmente durante sus últimos días de vida.
CONOCIENDO LAS CAUSAS
En oncología, el origen del delirium no tiene una sola causa; más bien, depende de diversos factores, y el cáncer puede influir de manera directa o indirecta. Directamente, a través de lesiones en el sistema nervioso central causadas por un tumor primario o por un proceso metastásico.
Indirectamente, por medio de tratamientos como la quimioterapia y la radioterapia cerebral, el uso prolongado y en altas dosis de fármacos para el manejo del dolor, procesos infecciosos que mediante una respuesta inflamatoria puedan alterar las funciones cerebrales, cuadros de deshidratación y desnutrición, entre otros.
A los factores antes mencionados, la Dra. Quilodrán agrega otros de carácter más personal y conductual que pueden predisponer a esta población a desarrollar este trastorno durante su proceso de hospitalización: “Tener 75 años o más, presentar un deterioro cognitivo mayor, déficit visual o auditivo, depresión, antecedentes de accidente cerebrovascular (ACV) o párkinson, hospitalizaciones previas con delirium, dependencia funcional, polifarmacia y tabaquismo”.
REDUCCIÓN DEL IMPACTO
El delirium no se puede prevenir por completo, pero sí se puede evitar o minimizar en muchos casos, mediante el desarrollo de estrategias de prevención y manejo adecuado. ¿Cómo lograrlo? Básicamente, identificando los factores de riesgo y tomando las medidas necesarias para reducir su impacto. Las estrategias deben ser implementadas tanto desde el área clínica como desde el entorno familiar.

Desde el área clínica, Marliz Pérez terapeuta ocupacional del Instituto Oncológico FALP, destaca la importancia de “desarrollar evaluaciones tempranas y un monitoreo continuo para definir el riesgo y estado cognitivo del paciente; optimizar el uso de fármacos mediante la revisión y ajuste de medicamentos y dosis; realizar un manejo adecuado del dolor a través de terapias farmacológicas y complementarias; prevenir el desarrollo de infecciones; controlar la alimentación e hidratación; generar espacios hospitalarios adecuados y educar al paciente y su familia, entre otros aspectos”.
Desde la vereda de la familia, acciones como proporcionar apoyo emocional, asegurar una correcta hidratación y nutrición, educarse
sobre este trastorno y monitorear los signos de su aparición, pueden contribuir de manera significativa a reducir el impacto y mejorar la calidad de vida del paciente.
ABORDAJE INTEGRAL
El delirium puede tener efectos devastadores a nivel emocional, físico, social y económico dentro del sistema de salud. Para el paciente, la experiencia de transitar por estados emocionales como la confusión, agitación y ansiedad, e incluso episodios de agresividad en algunos casos, puede interferir con su capacidad para participar activamente en su tratamiento, comunicarse con su equipo clínico e, incluso, generar una alta carga de estrés para todo su entorno.
Ante esto, la terapeuta ocupacional enfatiza en que “el tratamiento de este trastorno requiere de un enfoque multidisciplinario e integral de
pacientes durante su proceso de hospitalización”, explica la Dra. Rocío Quilodrán, jefa de la Unidad de Oncogeriatría de FALP.
La especialista agrega que además dio origen a la primera ruta clínica asociada a este trastorno y a un innovador protocolo para su abordaje. En 2023, como una forma de medir su impacto, se llevó a cabo un estudio con 246 pacientes de 75 años o más, con el objetivo de determinar la frecuencia del delirium y los factores de riesgo asociados a este síndrome neuropsiquiátrico en adultos mayores con cáncer, hospitalizados en un centro
manera de asegurar que el paciente mantenga el mayor nivel de funcionalidad posible durante la fase aguda de este proceso. Esto puede incluir intervenciones en las actividades de la vida diaria, como también el diseño de estrategias personalizadas que permitan a los pacientes manejar su entorno y sus interacciones sociales con mayor seguridad”.
Pérez agrega que trabajar en la mejora de la orientación, la atención y la independencia funcional del paciente contribuye a su bienestar y al de su entorno, y permite disminuir la ansiedad asociada a este proceso. “Reorganizar el entorno físico para reducir la confusión, establecer rutinas y horarios que proporcionen una sensación de estabilidad, y fomentar la participación en actividades simples que estimulen la concentración y la memoria son algunas ideas de trabajo”.
PREVENCIÓN DEL DELIRIUM
FACTORES DE RIESGO

FALP REALIZA EXITOSO PROGRAMA DE MANEJO Y PREVENCIÓN DEL DELIRIUM
Han transcurrido siete años desde que el Instituto Oncológico FALP, a través de su Unidad de Oncogeriatría, emprendió uno de los proyectos más importantes a nivel nacional sobre este tema.
El proyecto, que hoy despierta el interés de la comunidad científica, ya ha sido presentado en publicaciones y congresos internacionales. A nivel local, su valor no solo radica en la entrega de datos concretos sobre la comunidad oncológica de nuestro país, sino también en demostrar la importancia del trabajo colaborativo y multidisciplinario en el abordaje de este síndrome, de alta prevalencia en pacientes geriátricos.
Desde sus inicios, el programa se caracterizó por el trabajo colaborativo y multidisciplinario con profesionales de diversas áreas. Entre ellas, enfermería, nutrición, medicina interna, cuidados paliativos y terapia ocupacional.
“Además de la educación al paciente, se integró la pesquisa activa del delirium y herramientas de estimulación cognitiva para implementar su prevención. Bajo este mismo enfoque, se desarrolló la reorientación temporoespacial y horaria, se incorporaron estimulaciones sensoriales a través de audífonos y lentes, y se abordó el desafío de movilizar a los pacientes durante su proceso de hospitalización”, explica la Dra. Rocío Quilodrán, jefa de la Unidad de Oncogeriatría de FALP.
La especialista agrega que además dio origen a la primera ruta clínica asociada a este trastorno y a un innovador protocolo para su abordaje. En 2023, como una forma de medir su impacto, se llevó a cabo un estudio con 246 pacientes de 75 años o más, con el objetivo de determinar la frecuencia del delirium y los factores de riesgo asociados a este síndrome neuropsiquiátrico en adultos mayores con cáncer, hospitalizados en un centro oncológico chileno.
¿El resultado? Se logró disminuir la incidencia y las complicaciones asociadas a un 10 %, cifra considerablemente menor que el 22% reportado a nivel internacional. También, se evidenció que “los factores de riesgo más comúnmente asociados al delirium en personas mayores de 75 años fueron la hospitalización de urgencia, la ausencia de una evaluación geriátrica previa, la presencia de sintomatología anímica y la hospitalización prolongada, que, al mismo tiempo, fue consecuencia de la presencia de este trastorno”, complementa la Dra. Quilodrán.