Cáncer de próstata: el chequeo desde los 50 años puede salvar su vida

Es una enfermedad de desarrollo lento, por lo que existe la posibilidad de detectarlo en etapas iniciales, cuando aún no hay síntomas, y realizar tratamientos curativos.

En Chile, el de próstata es el cáncer más frecuente: más de 9.500 casos nuevos al año, según el Observatorio General del Cáncer (Globocan) 2022. Sin embargo, su letalidad no es tan alta como la de otras neoplasias, porque es una patología en la que se tienen excelentes posibilidades de realizar una detección temprana, dando opción a muy buenas alternativas de manejo.

“El cáncer de próstata es una enfermedad que se desarrolla lentamente —explica el Dr. Camilo Sandoval, cirujano del equipo de Urología del Instituto Oncológico FALP—. Por ello, se le puede reconocer cuando está partiendo, y curarla. Si se detecta precozmente, se puede curar en más del 90% de los casos. Si no se llega a tiempo, existen opciones de tratamientos, pero estas no permiten curar el cáncer”.

Por lo anterior, es necesario comenzar a chequearse con un urólogo a partir de los 50 años, ya que la edad es el factor de riesgo más importante de esta enfermedad: principalmente se presenta en personas de 65 años en adelante, aunque puede afectar también a hombres más jóvenes. También se asocia a la presencia de antecedentes familiares de primer grado (padres o hermanos con cáncer de próstata): en estos casos la consulta con el especialista debería comenzar a los 40 años.

DOS EXÁMENES, NO UNO

Los pilares indispensables de la detección precoz del cáncer de próstata son la medición del antígeno prostático específico (PSA) y el examen clínico a cargo de un urólogo, que permite al médico evaluar el tamaño, la textura y la forma de la próstata. “No es uno u el otro, sino los dos en conjunto —aclara el Dr. Sandoval—. Un error frecuente en los hombres que se hacen el antígeno prostático es creer que porque está normal se pueden quedar tranquilos. La interpretación del valor del antígeno más el examen clínico de la próstata es lo que permite definir quiénes son o no sospechosos de tener este cáncer y, de esta manera, seguir estudiando al paciente”.

Si el resultado de los estudios mencionados orientan hacia la posibilidad de un cáncer de próstata, el siguiente paso para precisar el diagnóstico podría ser la realización de una resonancia nuclear magnética, que entrega mayor información sobre la presencia y ubicación del tumor. Finalmente, una biopsia de la próstata es el examen definitivo para confirmar o descartar el cáncer.

Como tratamientos disponibles para el cáncer de próstata están la cirugía (convencional o robótica), radioterapia (convencional o avanzada), hormonoterapia, quimioterapia y terapia de medicina nuclear. La elección dependerá de las características del tumor, lo avanzado de la enfermedad, las condiciones del paciente y sus deseos y expectativas. “Los tratamientos tienen buenos resultados, pero se debe considerar que pueden dejar variadas secuelas, ya sea en el ámbito digestivo, urinario, sexual o reproductivo. Algunas de ellas pueden ser transitorias y manejables, pero igualmente incómodas”, advierte el cirujano.

En el manejo del cáncer de próstata también juega un rol una herramienta llamada “vigilancia activa”. Esta es una opción que se ofrece a pacientes seleccionados cuyo tumor es de crecimiento tan lento que la probabilidad de que represente una amenaza para la vida es muy escasa. Por lo anterior, un tratamiento inmediato —cirugía o radioterapia— podría no ser necesario.

“Hay algunos cánceres de próstata que tienen un bajo riesgo de progresión y no alteran la expectativa de vida del paciente”, dice el médico. En general, las personas en esta situación ingresan a un programa de vigilancia activa, que contempla un seguimiento estricto con distintos exámenes y controles. “Si el tumor cambia o crece, hacemos una terapia —comenta el Dr. Sandoval—. Pero mientras el tumor se mantenga inactivo, sólo se observa al paciente. Sabemos que hasta un 70% de los pacientes con estos tumores de bajo riesgo de progresión no morirán por esta causa. Y con un programa ordenado podemos garantizarles que sigan teniendo una muy buena calidad de vida, sin exponerse a tratamientos que no iban a requerir”.

La oportunidad de realizar un tratamiento curativo y su éxito están condicionados por la etapa en que se diagnostica el cáncer. Por eso, la detección precoz debe tomarse muy en serio, independientemente de si existen signos o no.

“Es habitual que se piense que los síntomas urinarios propios del crecimiento prostático benigno, que experimentan todos los hombres a medida que envejecen, son los que van a alertar sobre un cáncer de próstata. Pero en sus primeras fases este cáncer no produce ni dolor ni dificultades urinarias. Cuando ya genera molestias, es que probablemente la enfermedad está más avanzada. Es relevante que los hombres comprendan esto y realicen sus controles cuando corresponde para diagnosticar y tratar el cáncer de próstata cuando aún tiene muy buenas posibilidades de curación”, finaliza el Dr. Sandoval.

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