Nuestra historia comienza a escribirse de la mano de Ana Ross, quien tras la pérdida de su marido, Arturo López Pérez, a causa de un fulminante cáncer gástrico, decide destinar su fortuna en la creación de un instituto que se encargue de la investigación y tratamiento del cáncer.
De esta forma, la Fundación Arturo López Pérez comienza a dar sus primeros pasos en 1954, con el objetivo de brindar atención integral y de excelencia a las y los pacientes oncológicos, independiente de su condición social. Al año siguiente, FALP comienza sus atenciones de salud en un pabellón anexo del Hospital del Salvador, gracias a un convenio con el Servicio Nacional de Salud.