50% de los casos de esta enfermedad se asocia al tabaco

Es una patología que avisa a tiempo y que puede ser tratable y curable. Sin embargo, el principal síntoma que presenta es un sangrado en la orina que muchos pasan por alto, el que podría indicar que la persona está seriamente enferma, porque el cáncer vesical puede avanzar rápido. Como en muchas otras neoplasias, el consejo es uno: no fume.

Lo siguiente no es del todo conocido: el tabaco aumenta en cinco veces el riesgo de desarrollar un cáncer de vejiga. De hecho, más del 50% de los casos de cáncer vesical están asociados al tabaquismo. El porcentaje restante corresponde, en su gran mayoría, a la exposición a sustancias químicas tóxicas.

En Chile fue el undécimo cáncer en incidencia con 1.546 nuevos diagnósticos en 2020 y el decimotercero en mortalidad con 691 fallecimientos por esta causa ese mismo año, según datos del Observatorio Global del Cáncer (Globocan). “Es una enfermedad que afecta más a los hombres que a las mujeres y que tiene una distribución geográfica muy notoria en nuestro país, producto de contaminación ambiental —explica el Dr. Pedro Recabal, cirujano urólogo-oncólogo del Instituto Oncológico FALP—. La Región de Antofagasta tiene una cifra que es 10 veces mayor que la de O’Higgins, tanto en incidencia como en mortalidad, y esto es secuela de la contaminación del agua por arsénico. La ocurrencia de esta enfermedad en esa zona es incluso superior a la del país que posee más casos en el mundo, que es España”.

Las otras exposiciones ambientales son más bien de índole laboral, ya sea en plantas de petroquímicos o fábricas textiles que trabajan con pinturas. “La mayoría de los pacientes tiene historia de exposición al humo de automóviles, por ejemplo, como los mecánicos, o a anilinas”, agrega el Dr. Recabal.

Pero en términos generales, el gran culpable es el tabaco, de primera y segunda mano, particularmente porque contiene, entre muchos otros elementos cancerígenos, las aminas aromáticas. Estos son productos derivados del nitrógeno que se absorben a través del humo hacia la sangre y que luego se eliminan por la orina. “Y causan el daño donde está acumulada esta secreción, que es la vejiga”, describe el médico. Afecta también al resto de la vía urinaria, pero la más perjudicada es la mucosa vesical, porque está en permanente contacto con la orina.

Debido a que la exposición a estos agentes se acumula, a partir de los 50 años aumenta el riesgo de desarrollar esta enfermedad. De hecho, el 90% de los casos se presenta desde los 55 años en ambos sexos, afectando más a los hombres. “Si bien no existe una explicación única para ello, lo que sí es efectivo es que los hombres tienen mayor exposición ocupacional y ambiental, porque es más habitual que ellos trabajen en industrias, con productos químicos y sustancias carcinogénicas, además de que el tabaquismo es más frecuente en la población masculina”.

Lo positivo es que se trata de un cáncer que avisa temprano. No pasa mucho tiempo desde que aparece hasta que presenta signos de alarma. El más claro de todos es el sangrado en la orina. Pero como suele ser intermitente, muchos lo pasan por alto. Al primer sangrado, si tiene más de 50 años y ha sido o es fumador —incluso si nunca lo fue—, la consulta al médico es urgente. ¿Por qué? Porque el lado negativo de esta enfermedad es que puede avanzar rápido.

“La otra forma de presentación es por infecciones urinarias recurrentes —acota el Dr. Recabal—. Cuando un paciente mayor comienza a desarrollar infecciones constantes en la vejiga, se debería descartar que se deban a un tumor. Otros síntomas son ardor al orinar y dolor en la uretra o en la zona debajo del ombligo.

La dificultad es que todos estos signos no son exclusivos de este cáncer. Sin embargo, cuando hay un sangrado o un ardor que no se pasa, hay que estudiarlo”.

Si se detecta a tiempo, lo habitual es que sea perfectamente tratable y curable. Pero prevenir es más fácil: no fumar.

DOS TIPOS DE NEOPLASIA

La vejiga es un órgano que tiene por función acumular la orina y liberarla de manera consciente y controlada solamente cuando sea necesario. “Es una cavidad que está revestida internamente por una membrana que es impermeable y que impide que esta secreción, que es el producto de desecho del cuerpo, se vuelva a absorber en el organismo. Esa membrana reviste toda la cavidad por dentro y se llama urotelio”, detalla el cirujano. Esta capa de células que está en contacto con la orina es la que más frecuentemente se transforma en un cáncer, denominado cáncer urotelial.

Básicamente, esta patología se divide en dos tipos: cáncer de vejiga sin invasión muscular, o sea, que no se ha diseminado hacia la pared muscular del órgano. Corresponde a la mayoría de los casos y es, en general, no letal. A este se suma el cáncer con invasión muscular, es decir, que se diseminó a la pared muscular o, peor, más allá. “Ese es un factor predictor de que ese tumor probablemente sea letal —comenta el médico—. Mientras más profundo sea el nivel de invasión del cáncer, más probabilidad hay de que ya esté fuera de la vejiga, en ganglios u otros órganos, y por ende el pronóstico va empeorando. Desde una enfermedad que es curable, totalmente tratable en fase no músculo-invasor, a una enfermedad que provoca la muerte si no se trata a tiempo, que es el músculo-invasor”.

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