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El cáncer colorrectal gana terreno en la población joven
En la última década, este tumor ha aumentado en el segmento menor de 50 años, lo que vuelve aún más relevantes la prevención y detección precoz.
Carlos Tapia, paciente FALP y beneficiario del Convenio Oncológico Fondo Solidario.
“Empecé a notar un color distinto en mi piel, no era normal, y además estaba muy cansado”, recuerda Carlos Tapia sobre los malestares y síntomas que, en 2016, le hicieron temer por su salud. Tras una consulta médica, este exempleado de una fundación para la superación de la pobreza en Las Cabras (Región de O’Higgins) se enteró también de que estaba perdiendo sangre —no se había dado cuenta— y recibió finalmente un duro diagnóstico: recién con 45 años, tenía cáncer de colon.
Experiencias como la suya se han vuelto cada vez más habituales en la última década, periodo en el que el cáncer colorrectal ha ganado terreno entre la población sub 50 de todo el mundo. Las causas de este fenómeno no han sido determinadas, pero podrían estar asociadas a los hábitos alimentarios, sobre todo en las sociedades más desarrolladas, en las que existe una alta ingesta de comida procesada, carnes rojas y grasas.
“Esta es una enfermedad muy frecuente en países ricos, pero algo está pasando que hemos visto un aumento entre hombres y mujeres jóvenes en Chile, donde consumimos cada vez menos platos caseros o frutas y verduras”, comenta el Dr. Carlos Barrientos, jefe del Equipo de Gastroenterología del Instituto Oncológico FALP.
Hace medio siglo, complementa el Dr. Roberto Charles, cirujano oncólogo digestivo de FALP, era inimaginable que el cáncer colorrectal apareciera en personas que no habían cumplido 50. “Pero ahora, alrededor del 20% de los pacientes que operamos está bajo esa edad. Por eso se ha establecido que el chequeo por colonosocopía se haga desde los 45 años en todas las personas, y antes si es que existen antecedentes familiares de cáncer de colon o enfermedad inflamatoria intestinal”, explica.
Ese examen es la principal herramienta de diagnóstico de la patología —de la que anualmente se detectan en nuestro país más de 6.000 casos, de acuerdo con cifras de Globocan 2020—, que se desarrolla lentamente y se origina a partir de una lesión precursora conocida como pólipo adenomatoso. Cuando la enfermedad es detectada en etapas precoces tiene una sobrevida del 90% a los 5 años; en contraste, con un diagnóstico tardío ese porcentaje cae de manera importante.
Debido a que este cáncer no genera síntomas en etapas tempranas, es de vital importancia realizar un chequeo preventivo a partir de los 45 años en las personas sin antecedentes. Existen dos métodos preventivos ampliamente utilizados: el test de hemorragias ocultas en deposiciones, que busca de forma indirecta pólipos y tumores, es un examen de bajo costo y sin riesgos; y la colonoscopía, que se basa en la observación directa del colon y tiene mayor eficacia.
“Debería impulsarse, a nivel nacional, una campaña de concientización entre médicos y pacientes sobre la importancia de la colonoscopía, que tiene la ventaja de que permite diagnosticar y tratar pólipos, a la vez. Nos hemos encontrado con un porcentaje de pacientes que han tenido molestias y los doctores, que tienden a ser optimistas, las han atribuido a colon irritable o hemorroides y no les han pedido este estudio”, dice el Dr. Charles. El Dr. Barrientos, en tanto, estima que en el futuro deberían tener una aplicación más masiva técnicas como la colonoscopía por TAC —que, a diferencia de la tradicional, no requiere sedación— y el examen por cápsula endoscópica, que consiste en introducir en el tubo digestivo una cámara que capta imágenes y luego se expulsa.
El cáncer colorrectal es una enfermedad que desarrollan hombres y mujeres casi por igual en Chile, comenta el Dr. Barrientos, quien advierte sobre otras señales de alerta que hay que tomar en cuenta, además del sangrado anal o las deposiciones con sangre: “El dolor o distensión abdominal sin otra explicación también son síntomas, así como las alteraciones en el tránsito intestinal habitual, que varía entre las personas. Si alguien acostumbraba a ir al baño diariamente y ahora va cada cuatro días, debe examinarse”.
Poner atención a esas variaciones colabora con la detección precoz de este tumor, con mayor razón si se considera su aumento entre jóvenes. “Es muy dramático ver a mamás de niños pequeños con cáncer colorrectal, que está afectando incluso a personas menores de 30 y 40 años. A veces llegan con la enfermedad bien avanzada y en esos casos el pronóstico es peor”, agrega el Dr. Barrientos.
Los tratamientos de esta patología dependen de su grado de desarrollo. “A medida que pasa el tiempo, entendemos mejor cómo tratar diferentes subtipos de cáncer colorrectal, que son genéticamente diferentes. Hay pacientes que son diagnosticados en etapa IV y que pueden optar a una operación, además de quimioterapia, porque tienen metástasis en pequeñas cuantías. Si no tenemos la posibilidad de curación, al menos se puede lograr un aumento importante en la sobrevida”, precisa el Dr. Charles.
Carlos Tapia es uno de esos pacientes que, aun con un cáncer muy avanzado, tuvo la oportunidad de someterse, por medio del Convenio Oncológico Fondo Solidario, a una serie de tratamientos gracias a los cuales lleva ya dos años sin enfermedad. “Me diagnosticaron cuando estaba en etapa IV y tenía metástasis en el hígado, los dos pulmones y el peritoneo. Estaba realmente mal”, recuerda.
Su sombrío pronóstico fue mejorando a medida que progresó el tratamiento, que incluyó quimioterapias intravenosas y orales, cirugías, radioterapia y radiocirugía. “Fue duro”, cuenta Tapia, quien apoyó este proceso reduciendo considerablemente su peso y cambiando radicalmente su dieta.
“Su caso es bastante único, no es un paciente promedio”, aclara el Dr. Charles, su cirujano. “En él coincidieron la fuerte disposición a hacer todo por vivir y el hecho de que su tumor respondiera a los tratamientos”, concluye.