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25 años creciendo juntos
Ana María trabaja en FALP desde 1994 y en Pabellón desde el ’98. Por esos años no había computadores y las secretarias usaban máquinas de escribir: “Yo era ágil anotando y me hacían bromas por eso, que era ‘digna de temer’ por la musculatura que una sacaba escribiendo”, recuerda con cariño.
Era común dejar recados con otras secretarias. En una ocasión, el jefe de cirugía de ese tiempo le pidió datos para una presentación y cuando por fin dio con ellos no pudo contactarse con él. “Como la reunión ya había comenzado no pude pasar de manera discreta y tuve que gritarle de un extremo a otro de la sala que los valores eran brutos, pero sólo se escuchó ‘bruto’, esto ocasionó risas entre los asistentes. El doctor me decía ‘nadie en mi vida me había dicho bruto en público’, fue muy gracioso”, dice entre risas.
Son varias las anécdotas que guarda en estos años en FALP. Una de las más recientes es la ocasión en que se enteró de la existencia de una colaboradora con su mismo nombre. “Llegó un repartidor de pizzas al Servicio preguntando por Ana María Montero. Le dije que era yo, pero que no había hecho ningún pedido. Me decía ‘pero si están a su nombre, usted las pidió’. Después supe que había otra Ana María Montero en Imagenología”, dice.
Crecer en FALP
Aficionada a la música desde su adolescencia, Ana María canta en grupos corales desde hace ya más de 30 años. De hecho, ha cantado villancicos y coros para pacientes en Navidad y Semana Santa, junto a su grupo: “Ha sido bonito, lograr hacer las dos cosas que me agradan en un mismo espacio, ayudar a los pacientes y cantar”.
“He aprendido mucho dentro de FALP, se dan muchas oportunidades de estudiar y crecer. A las personas que ingresan les pido que nunca se olviden que perseguimos un mismo interés, que es velar por el bienestar de nuestros pacientes, y a quienes llevamos tiempo, no perdamos la tolerancia hacia los que recién se integran a esta tarea”, finaliza.