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Trasplante de médula ósea para una mejor calidad de vida
Gracias a este tratamiento para su mieloma múltiple, Francisco Jiménez ya no deberá viajar todos los meses desde Temuco a Santiago para someterse a quimioterapia.
Francisco Jiménez tiene 59 años, es profesor de Ciencias Naturales en un colegio de Temuco y a fines de abril se sometió a un autotrasplante de médula en el Instituto Oncológico FALP para tratar su mieloma múltiple. Gracias a este procedimiento, su rutina ya no estará condicionada por las terapias que debía realizarse en Santiago, y eso lo tiene contento. Tanto, que incluso el hecho de haber perdido el pelo con las últimas sesiones de quimioterapia que recibió le hace sonreír: “Siempre tuve curiosidad de cómo me vería, porque cuando entré a estudiar en la Universidad de Chile no me mechonearon y me quedé con esa frustración. Ahora no ocurrió en las mejores circunstancias, pero estoy pelado”, bromea.
Hace dos años, Francisco se enteró de que sufría mieloma múltiple, un tipo de cáncer que afecta a las células plasmáticas de la médula ósea. La primera señal de la enfermedad la había tenido jugando fútbol, cuando sintió un fuerte dolor en la espalda y sus piernas dejaron de responder por varios minutos. Pensó que había sido un lumbago, pero el dolor persistió y tres meses después se realizó exámenes que precisaron el diagnóstico.
Como contaba con el Convenio Oncológico Fondo Solidario, en mayo de 2017 viajó por primera vez para realizar su tratamiento de quimioterapia en Santiago. “Estuve por dos años viniendo mes a mes, hasta que en diciembre de 2018 el Dr. Claudio Flores, que era mi hematólogo, me sugirió la posibilidad de un autotrasplante que se iba a comenzar a hacer. Me advirtió que esto implicaba previamente una quimio intensa semanal, lo que me significó viajar todas las semanas de enero, febrero y hasta el 22 de marzo”.
Ha sido un recorrido que define como tedioso y angustiante, pero a lo largo del cual ha contado con mucho apoyo para salir adelante: “De mi esposa principalmente, que me ha acompañado en todo este periodo. Y tengo dos hijas preciosas, unos yernos maravillosos y dos nietos. Eso ha sido un pilar fundamental. También todo lo que encontré en FALP, desde el día en que llegué. Vi que el trato era diferente, el trabajo se hace con empatía y cariño, y eso me hizo querer este lugar, empezar a sentirme bien estando aquí a pesar de la carga de esta enfermedad”.
Ahora, dice, está expectante ante los resultados, especialmente el cambio que significará no tener que viajar tan frecuentemente. Luego de tres meses de convalecencia, se evaluará su respuesta al trasplante y comenzará una terapia
de mantención con una droga oral y controles trimestrales.
“Tengo mucha esperanza en mejorar mi calidad de vida. Con el hecho de no tener que venir a Santiago todos los meses, ya me siento sanado. Quiero hacer muchas cosas que tenía postergadas y le he pedido a Dios una oportunidad de compartir más con mi familia y mis queridos nietos”, finaliza.