Fecha de publicación: 31/10/2017
Ramón Matamala comenzó con un lunar en el gemelo derecho, el que fue tratado con dermatólogo y oncólogo durante 5 años en Concepción. “Todo bajo control hasta que le apareció un tumor en la parte enguinal y me operé en Concepción. Posterior a ello se me diagnosticaron metástasis pulmonar, en hígado y mediastino”, comenta. En ese momento el oncólogo le recomendó radioterapia, la segunda etapa del tratamiento la hizo en Concepción, pero fue imposible continuar por los costos. “El sistema público no me consideró. Gentilmente un oncólogo de Concepción me contactó con el Dr. Christian Caglevic y me dio la opción de verlo en Santiago. Nos habló del estudio clínico, que es una droga de última generación, en la cual tenía dos posibilidades: curación o que mi cuerpo la rechazara”, agrega. En agosto de 2016 después de muchos exámenes comenzó el tratamiento, durante el cual se sintió muy contento, “al extremo de emocionarme con mi esposa, ya que FALP era un milagro para mi realidad social, no contaba con el dinero para costear el tratamiento que permitiría poner atajo a estos tumores en el pulmón e hígado. Y en cuanto lo inicié, comenzó de manera inmediata a hacer efecto” confirma. La expectativa de vida de Ramón era de 3 meses. Postuló al sistema público, pero no le cubrían el costo del tratamiento. Afirma que desde que llegó a FALP, lo grave de su diagnóstico se ha transformado en alegría y gozo, “aquí hay varios factores que influyen, la parte espiritual y emocional. Debo agradecer a la vida y a muchas personas que han estado acompañándome. La hospitalidad de FALP me ha permitido rencontrarme con la vida, con mi propia dignidad, cada persona que me asiste lo hace con profesionalismo y responsabilidad, las atenciones han sido rápidas, el tratamiento de las drogas ha permitido un camino de vida espectacular. Le debo la vida a esta Institución”. Ramón viaja a Santiago cada 21 días, actualmente está en el ciclo 21 de 36. El escáner que se realiza cada 9 semanas arrojó resultados positivos, los tumores han disminuido en un 80 por ciento, “siempre me vuelvo contento a Cañete, es una experiencia que aviva la esperanza en mi tratamiento”.