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La principal razón por la que deberías dejar de comer carnes procesadas
¿Te gustan los hot dogs y los huevos revueltos con tocino? Seguramente, la mayoría de nosotros ha disfrutado de estos platillos en más de alguna ocasión, sin embargo, la Organización Mundial de la Salud ha advertido que hacerlo habitualmente es perjudicial para nuestra salud.
En la versión 2020 del World Cancer Report, los especialistas de este organismo especifican que las carnes rojas procesadas, como las salchichas de los hot dogs y el tocino del desayuno, pueden aumentar nuestro riesgo de desarrollar distintos tipos de cáncer, como el de próstata, intestino y colorrectal.
Si bien, han surgido anteriormente hipótesis sobre las carnes rojas y su conexión con el cáncer, la OMS y el Centro Internacional de Investigaciones sobre el Cáncer (CIIC) las ha catalogado en el Grupo 2A como “probables carcinógenos”, lo que significa que aún hace falta evidencia para relacionar su consumo directamente a esta enfermedad. Sin embargo, en cuanto a las carnes procesadas, éstas corresponden al Grupo 1 (junto con el tabaco y el amianto), es decir, que hoy en día existe suficiente evidencia científica sobre el efecto negativo que generan en las células de nuestro cuerpo.
¿Cuáles son las carnes procesadas y por qué hacen mal?
Cuando hablamos de carnes procesadas, nos referimos específicamente a aquellas que han sido transformadas a través de distintos procesos de fermentación, ahumado y salazón con el objetivo de mejorar su sabor o conservación. Entre las carnes procesadas más populares, están el jamón, embutidos, salchichas, salame, tocino, salsas de carne enlatadas, entre otras.
¿Por qué son catalogadas como cancerígenas?
Según la evidencia científica, este tipo de carnes contienen compuestos químicos que afectan la salud de las células de nuestro intestino y otros órganos, como, por ejemplo, nitratos (añadidos para que las carnes procesadas se conserven por más tiempo) y aminas heterocíclicas.
¿Qué tipo de carne puedo comer para obtener proteína saludable?
Las carnes blancas, como los pescados y aves son fuentes de proteína segura que además de nutrir nuestro cuerpo, le aportan otros compuestos como el omega-3, hierro y vitaminas del complejo B que nos benefician de distintas maneras. Lo importante, es privilegiar las carnes magras (bajas en grasa) por sobre otras como la de vacuno o cerdo.
¡Recuerda que una dieta balanceada es una excelente medida de prevención!